A 15 años de Innerspeaker, el debut lisérgico de Tame Impala que cambió el rumbo del rock psicodélico
Un 21 de mayo de 2010, el mundo escuchaba por primera vez Innerspeaker, el álbum debut de Tame Impala. Detrás del nombre, un joven Kevin Parker grababa casi en soledad un disco que, sin saberlo, reactivaría el interés por la psicodelia en pleno siglo XXI y marcaría el punto de partida de una carrera única.
Una explosión de color y sonido
Innerspeaker no solo impactó por su estética retro y su portada hipnótica, sino por un sonido que combinaba guitarras distorsionadas, baterías reverberadas y melodías etéreas. Influencias de The Beatles, Cream o Pink Floyd se fundían con la frescura de una generación criada en los 2000.
Canciones como “Solitude Is Bliss”, “Why Won’t You Make Up Your Mind?” o “Lucidity” definieron un estilo que Parker profundizaría en discos posteriores, pero que en este debut tenía una crudeza y libertad que lo hacen único.
Grabado en soledad, proyectado al mundo
El disco fue grabado casi por completo por Parker en un estudio improvisado cerca del mar, en Australia Occidental. Ese aislamiento marcó el espíritu introspectivo de Innerspeaker, donde la soledad, el escape mental y la búsqueda personal se convirtieron en temas centrales.
Reconocimiento inmediato
La crítica lo celebró. Fue elegido como Mejor Álbum del Año en los Rolling Stone Awards de Australia, y nominado a los ARIA Awards. En pocos meses, Tame Impala pasó de ser una curiosidad de culto a una de las bandas más prometedoras del mundo alternativo.
Legado duradero
Quince años después, Innerspeaker sigue siendo una referencia obligada para los fanáticos del rock psicodélico moderno. Más allá del camino electrónico y pop que Tame Impala tomaría luego con Lonerism, Currents o The Slow Rush, este álbum debut conserva una magia especial: la de un músico que graba desde la intuición, sin saber aún que su música daría la vuelta al mundo.
