La oposición logró forzar el debate de proyectos sensibles y dejó al descubierto la debilidad del Gobierno en el Congreso. Gobernadores que eran aliados ahora se posicionan en contra, en plena antesala electoral.
La sesión del miércoles en Diputados, convocada por la oposición, terminó en escándalo. Entre gritos, insultos y acusaciones cruzadas, quedó claro que el oficialismo perdió el control del Congreso. A pesar del caos, se aprobó el emplazamiento para tratar en comisión dos temas clave: el aumento del presupuesto universitario y la emergencia en pediatría, impulsada tras la crisis en el Hospital Garrahan.
La jornada expuso la fractura de los acuerdos políticos con gobernadores que antes eran aliados y hoy toman distancia. Diputados alineados con Martín Llaryora (Córdoba), Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y otras fuerzas provinciales facilitaron el quórum, dejando en evidencia el aislamiento del oficialismo.
En paralelo, el Senado fue escenario de otro revés para el Gobierno, con el avance del proyecto de recomposición de haberes jubilatorios, que podría convertirse en ley la próxima semana. Javier Milei anticipó que vetará esa norma.
El escándalo se agravó cuando las diputadas Florencia Carignano y Paula Penacca, de Unión por la Patria, increparon a José Luis Espert, provocando un fuerte cruce con otros legisladores que casi termina a los golpes. La sesión se levantó en medio del caos.
En redes, el radical Pablo Juliano acusó a kirchneristas y libertarios de “actuar una falsa pelea”. Desde el peronismo, Germán Martínez le respondió: “Te salvamos la sesión por compromiso con las universidades. No mientas”.
Mientras tanto, crece el malestar de las provincias por los fondos retenidos. La reunión con Economía dejó más frustración que respuestas. Desde la Casa Rosada insisten en no comprometer el superávit, mientras Karina Milei ya definió que La Libertad Avanza irá con listas propias en todo el país.