El conflicto entre Irán e Israel alcanzó en los últimos días uno de sus puntos más críticos en décadas. Israel lanzó una ofensiva aérea de gran magnitud para afectar instalaciones clave del programa nuclear iraní, lo que provocó una respuesta inmediata de Irán con misiles y drones sobre territorio israelí. Este intercambio de ataques dejó muertos, heridos y daños severos en la infraestructura civil, incluyendo instalaciones vinculadas al desarrollo nuclear, según confirmó el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Para entender esta nueva escalada es necesario repasar el trasfondo histórico. El conflicto entre ambos países se remonta a 1947, cuando la ONU aprobó el plan de partición de Palestina para crear un Estado judío y otro árabe. Irán, junto a otros países de la región, rechazó esta propuesta y se alineó desde entonces con la causa palestina. No obstante, durante la monarquía del shah Mohammad Reza Pahlavi, Irán mantuvo relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Todo cambió en 1979, con la Revolución Islámica liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeini, que instauró un régimen teocrático y rompió vínculos con el Estado israelí.
Desde entonces, Irán adoptó una postura abiertamente hostil, considerando a Israel como un régimen ilegítimo y opresor. La tensión se intensificó a partir de 2005, con la llegada del presidente Mahmud Ahmadineyad y sus declaraciones antisionistas, junto al avance del programa nuclear iraní, que Israel interpreta como una amenaza directa a su seguridad.
La reciente ola de bombardeos despertó preocupación internacional ante el riesgo de una guerra abierta que podría desestabilizar aún más a Medio Oriente. Mientras tanto, el conflicto entre ambos países continúa sumando capítulos en un escenario donde la diplomacia parece cada vez más lejana.